Exposición Obligatoria 2 "Doce fotógrafos en el Prado"
EXPOSICIÓN
DOCE FOTÓGRAFOS EN EL PRADO
Acudí a
esta exposición el viernes 5 de Octubre con ganas de observar la relación
establecida entre artistas contemporáneos y obras de arte de un pasado que en
muchos casos nos resulta remoto (https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/doce-fotografos-en-el-museo-del-prado/4567ffc6-98be-6d2d-53a9-ba5da4513e88). ¿Realmente existe esa lejanía o se puede
seguir aprendiendo del pasado aplicándolo a las técnicas del presente? La
respuesta es un rotundo sí, un ejemplo de ello es la fotografía y su estrecha
relación con la pintura.
Comenzando
mi visita, la música de Mussorgsky "Cuadros de una exposición" me
envuelve siguiendo mis pasos. La primera fotografía que llama mi atención es de
José Manuel Ballester titulada "Salón de reinos".
En esta
sala vacía, donde sólo podemos vislumbrar el cuadro de Las Meninas de Velázquez
sin personajes, somos conscientes de la frialdad del museo como edificio. Quizá
el autor pretenda hacernos ver que el espacio utilizado para exponer las obras
de arte debería ir en sintonía con las mismas, ser más interactivo y establecer
una relación recíproca. Si eso fuese así, ver esta sala no nos generaría esta
angustia y sensación de vacío.
Adicionalmente,
esta fotografía se asocia a la idea de que los edificios y las salas cambian,
pero hay obras de arte cuya influencia sigue enriqueciéndonos y siempre
perdurarán, como es este cuadro de las Meninas de Velázquez.
Unos pasos
más adelante Chema Madoz expone dos imágenes en las que se observa cómo el
Museo actúa en muchas ocasiones como un contenedor de obras de arte sin
establecer una relación con ellas, las personas itinerantes se pasen a
distancia, una lejanía cada vez mayor a medida que pasa el tiempo.
El tercer fotógrafo con el que nos encontramos es Javier Campano y sus bodegones actuales en un intento de unir la técnica del bodegón Barroco al s.XXI. La melancolía y asociación con la muerte siguen presentes en estas fotografías, quizás en mayor medida al observar el contraste entre unas perdices recostadas lánguidamente con los ojos cerrados sobre un recipiente con la fría mirada de los salmonetes expuestos directamente sobre una mesa.
Las siguientes fotografías que llaman mi atención vienen de la mano de Pierre Gonnord, este autor lo reconozco ya que realizó una exposición de fotografía sobre retratos de personas donde buscaba captar la esencia de su personalidad cristalizada en la mirada. En esta ocasión hace lo mismo con un chico joven de aspecto singular, sin embargo, se pregunta si realmente existe alguna diferencia entre realizar una fotografía a un ser vivo o a un animal disecado. La cámara permite otorgar ese brillo característico en la mirada, dificultándonos la diferencia entre la mirada sin vida de un cuervo disecado y la de este chico joven de mirada atenta.
Isabel Muñoz en sus fotografías de "San Hermenegildo ascensión" muestra las siluetas de unos bailarines bajo el agua, con telas rodeándoles generando un ambiente religioso y espiritual y acercándose con una técnica moderna a las sensaciones que generan esculturas y pinturas barrocas con santos elevándose hacia el cielo. Además, al estar sumergidos en el agua también nos recuerdan a técnicas como la de los paños mojados de Grecia.
Además, si nos fijamos en los colores escogidos, el blanco y el rojo de las telas están asociados a la religiosidad y la pureza.
Joan Fontcuberta nos muestra el paso del tiempo a través del deterioro de una fotografía del Prado tomada en 1882. Al ver esta imagen me surge una reflexión... Muchos de nosotros admiramos poder observar el paso del tiempo en una obra de arte, rechazando en muchos casos las labores de restauración y en mucha mayor medida, la idea de incluir obras actuales sobre las antiguas que nos permitan dejar nuestra huella unida a estilos anteriores. ¿Por qué admiramos la riqueza de estilos de una iglesia gótica con portada románica de influencia mozárabe y sobre cimientos de una iglesia visigoda? ¿Y luego no nos atrevemos a incluir nuestro propio sello cerrando el círculo? ¿Realmente estamos "destrozando" un monumento o al seleccionar algo bello y actual seguimos enriqueciendo los monumentos que han llegado hasta nosotros reinventándose con el paso del tiempo?
Mientras sigo reflexionando me encuentro con las fotografías de Alberto García Alix, su reinterpretación de obras expuestas en el museo del Prado en las que superpone distintas partes de una misma pintura otorgando una mayor profundidad y matices diferentes, añadiendo capas que debemos ir desnudando poco a poco.
Inevitablemente me recuerda a Ferrán Adriá y sus deconstrucciones en la gastronomía, donde coge productos de un plato conocido y los mezcla, generando texturas y contrastes diferentes entre sabores que nos recuerdan al plato tradicional pero explorando sus posibilidades. Esta forma de transformar la realidad también aparece en la música, el ejemplo más característico de ello es Stravinsky y la consagración de la primavera, donde utilizando sonidos archiconocidos los mezclaba y utilizaba para crear algo nuevo que cautivaba al espectador.
Termino la exposición con la fotografía de Cristina de Middel cuyo título habla por sí solo al ver la imagen representada "Endogamia". La superposición de caras de reyes de una misma dinastía (Borbones en este caso) nos hace ver, esta vez de manera clara y desagradable la enorme correlación de rasgos.
El linaje entre personas de la misma familia sin ninguna relación con lo externo exacerbaba enormemente el establecimiento de clases sociales muy estrictas, donde las personas pertenecientes a la realeza nacían con una serie de privilegios y vivían en ambientes muy distintos. Aunque ésas personas eran vistas en muchos casos como las más cercanas a la divinidad, podemos observar cómo la unión de todos ellos en estas fotografías nos recuerdan más a una imagen monstruosa y alejada de lo humano.
Comentarios
Publicar un comentario